September 26th - October 26th 2014.
Exposición personal en la Galería Verbeeck-Van Dyck, Amberes.
26 de septiembre a 26 de octubre 2014.
https://danielhernandezsalazar.com/
https://www.youtube.com/watch?v=P_JLQV7i45A
The Buried / Los sepultados 1998
The beauty of the truth
As those who study
them have come to learn,
bones make good witnesses—
Although they speak softly,
they never lie and they never forget.
Clyde Snow (1928-2014)
Daniel
Hernández-Salazar challenges everyone who thinks that beauty in arts can only
be explained within the so-called aesthetic conventions, and urges us to also explore
beauty in the fields of truth revelation, historical clarification and social justice.
The works presented in this exhibition are not an exception of such a call.
Their history goes far beyond the darkroom, as they collect thirty years of
practice of documental and artistic photography. Conceived in photojournalism
and transfigured by a deep reflection, these works represent Hernández-Salazar’s
humanist and internal response to the horror of war crimes. Each and every one,
masterly created in the traditional photographic art and craft, has become an
emotive testimony.
Some people say Daniel Hernández-Salazar is a multidimensional person.
He is first a photographer. He remains stubbornly attached to his darkroom
creation. Indeed, although some of his shots are digitally captured, they are
converted into negatives for analogue printing. As in the pioneering times of photography,
Daniel insists that his craft must still be founded on the principle of
“writing with light”… But as the Chicagoan art critic Michael Weinstein rightly
puts, Daniel is also a cosmopolite artist, one who brings to his craft the
postmodernist language—mostly through fragmentation, deconstruction and staged
scenario—and combines it with the best of his portraiture skills.
Others may think that Daniel rather is a documenter, looking to blend
two apparently conflicting values of photography: the evidence (truth-value),
and the personal representation (the symbolic value). His images are
particularly successful in achieving such an amalgam. As said by scholar Steven
Hoelscher, Daniel’s artworks defy the common criticism of aesthetic or art-like
photography of atrocity, making clear their own constructedness by putting
together multiple images and connecting the testimony with the symbolism. His
famous angels—now universal, certainly are the best example. While using the
iconographic representation of a messenger (the angel), its bone-made wings—the
scapulae from an actual victim from one of many massacres in Guatemala, provide
the evidence of a troubled past.
Yet above all, Daniel is a humanist. He chose the historical memory of our
country, still haunted by its distressed past, as his main topic of work. This
is not an easy task for a sensitive artist, as it requires unveiling atrocities
difficult to be described. However, this mission also brings the fulfilment of
honouring the victims of unspeakable crimes and shedding light on history so
that the same horrors will not happen again.
Poignant but candid, Daniel’s creativity embraces the commitment to make
art creation a factor for social change. As a photographer, an artist, a
documenter, a humanist or all of those, he feels obligated to share with us his
vision of the past to enlighten a better future. He feels compelled to open our
eyes up to the truth. A few years ago, while conferring on him the Jonathan Mann Humanitas award, Doctor Gordon
Nary argued that Daniel, like true artists, is graced—and sometimes cursed,
with the realization of the truth inherent in beauty, and the beauty inherent
in truth. And he made us clear that Daniel, more than any other, confronts us
to the beauty, the beauty of the truth…. and shares with us that beauty.
Oscar Iván
Maldonado
Guatemala
City-Cape Town, August 2014
/
La belleza de la verdad
Así como han aprendido quienes los estudian,
los huesos son buenos testigos-
Aunque hablan suavemente,
ellos nunca mienten y nunca olvidan.
Clyde Snow (1928-2014)
Daniel Hernández
Salazar desafía a todo aquel quien cree que la belleza en las artes sólo puede
explicarse dentro de las llamadas convenciones estéticas, y nos insta a
explorar la belleza también en los campos de la revelación de la verdad, el esclarecimiento
histórico y la justicia social.
Las obras
presentadas en esta exposición no son una excepción a ese llamado. Su historia
va mucho más allá del cuarto oscuro, ya que recogen treinta años de práctica de
fotografía documental y artística. Concebidas dentro del fotoperiodismo y transformadas
por una profunda reflexión, estas obras representan la respuesta humanista e interna
de Hernández-Salazar ante el horror de los crímenes de guerra. Todas y cada una
de ellas, creadas magistralmente dentro del arte y oficio fotográfico
tradicional, se han convertido en un emotivo testimonio.
Algunas personas
dicen que Daniel Hernández Salazar es una persona multidimensional. Antes que
todo, él es un fotógrafo, y se mantiene obstinadamente vinculado a su creación
en cuarto oscuro. De hecho, aunque algunas de sus tomas fueron capturadas
digitalmente, las ha convertido en negativos para imprimirlas análogamente.
Como en los tiempos pioneros de la fotografía, Daniel insiste en que su oficio
todavía debe basarse en el principio de “escribir con luz”... Pero como
acertadamente dice el crítico de arte de Chicago Michael Weinstein, Daniel
también es un artista cosmopolita, quien trae a su oficio el lenguaje
postmodernista—principalmente a través de la fragmentación, la deconstrucción y
la puestas en escena—y lo combina con lo mejor de sus habilidades de retrato.
Otros pueden
pensar que Daniel es más bien un documentador, que trata de fusionar dos
valores aparentemente contradictorios de la fotografía: la evidencia (el valor
de verdad) y la representación personal (el valor simbólico). Sus imágenes son
particularmente exitosas en lograr esa amalgama. A decir del académico Steven
Hoelscher, las obras de arte de Daniel desafían la crítica común de la
fotografía estética o artística de la atrocidad, dejando claro su propio
proceso constructivo, combinando imágenes, y conectando el testimonio con el
simbolismo. Sus famosos ángeles—ahora universales, son sin duda el mejor
ejemplo de esto. Al tiempo que usa la representación iconográfica de un
mensajero (el ángel), sus alas de hueso, omóplatos de una víctima real de una
de las muchas masacres de Guatemala, proporcionan la evidencia de un atribulado
pasado.
Pero Daniel es
sobre todo un humanista. Eligió la memoria histórica de nuestro país, aún
perseguido por sus angustiado pasado, como su tema principal de trabajo. Esto
no es una tarea fácil para un artista sensible, ya que requiere develar
atrocidades difíciles de describir. Sin embargo, esa misión también trae
consigo la realización personal de honrar a las víctimas de crímenes
innombrables y arrojar luz sobre la historia a fin de que los mismos horrores
no vuelvan a suceder.
Conmovedora mas elocuente,
la creatividad de Daniel abarca el compromiso de hacer de la creación artística
un factor para el cambio social. Ya sea como fotógrafo, artista,
documentalista, humanista o todos juntos, él se siente obligado a compartir con
nosotros su visión del pasado para iluminar un futuro mejor. Está comprometido
a abrir nuestros ojos a la verdad.
Hace unos años
mientras le confería el premio Humanitas
Jonathan Mann, el Doctor Gordon Nary argumentó que Daniel, como los
verdaderos artistas, ha sido agraciado — y quizá condenado, a entender la
verdad inherente en la belleza y la belleza inherente en la verdad. Y nos hizo
claro que Daniel, más que cualquier otro, nos enfrenta a la belleza, la belleza
de la verdad... y comparte con nosotros esa belleza.
Oscar Iván
Maldonado
Ciudad de Guatemala-Ciudad del Cabo, Agosto de 2014
The Wind / El viento.
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