Guatemala se re(v)bela
Desvistiéndonos
de normas y convenciones para saber quienes somos”
Exposición en Alianza Francesa de Guatemala
Exposición en Alianza Francesa de Guatemala
Del 3 de Febrero al 5 de marzo de 2016
Revelarnos
para rebelarnos, rebelarnos para revelarnos.
Revelar. Del latín revelāre: Quitar(se) el
velo
Rebelar. Del latín rebellis: Oponer
resistencia
Simple a primera vista pero desafiante en el
fondo, el proyecto fotográfico Guatemala se re(v)bela de Daniel
Hernández-Salazar propuso retratar en dos tomas, una vestidos, la otra, desnudos,
a todas aquellas personas que acudieran a una convocatoria abierta. Con esto,
buscó retar los estereotipos, prejuicios y temores que nos ha impuesto una
sociedad patriarcal, machista y conservadora respecto a nuestros cuerpos, y que
poco tienen que ver con las aspiraciones de estima, apertura, tolerancia y
libertad que compartimos muchos de nosotros. Sumaba así un acto de rebeldía al
ambiente de protesta que se había generado en Guatemala a mediados del 2015.
El desnudo es uno de los temas privilegiados
de Hernández-Salazar y ha sido recurrente en casi todas sus series y
exposiciones, desde Epifanía (Guatemala,
1989), hasta Memento vitae, Memento mori
(Amberes, 2014-15). Fue eje
central de su muestra Ecce Homo, primera
exposición fotográfica de desnudo masculino en Centroamérica (Antigua Guatemala,
1995), pero también lo ha usado sutilmente en otras series como en Rostros de la Música (Guatemala, 1993; Lectoure,
1994; Armherst 1996 y México 1998). Hernández-Salazar no sólo emplea el desnudo
con fines estéticos, también lo maneja con una fuerte carga política y de
denuncia. Su obra más conocida, Esclarecimiento,
emblema que recuerda los abusos durante la guerra en Guatemala y nuestro pasado
inconcluso, presenta cuatro ángeles desnudos.
Guatemala se re(v)bela mantiene
la postura retadora de su autor, e invita a rebelarnos en distintas facetas. Primero,
desvincula el desnudo artístico de la concepción del cuerpo ideal—de allí la
razón de convocar a ciegas, sin considerar la apariencia física. Luego,
confronta a una sociedad puritana y conservadora en el uso del desnudo como
forma alternativa de expresión. Y, por último, se opone a los estereotipos que
desprecian la diversidad, fortalecen las estructuras de poder y fomentan la
violencia.
En este proyecto, Hernández-Salazar recurre a
sus destrezas de retratista y dominio del blanco y negro, que combina con
influencias que siempre lo han inspirado. El toque de Irwing Penn es
seguramente el más evidente, con el uso del fondo neutro de esquina. Su enfoque
sobre la persona y la exaltación cruda de las características nos recuerdan a
Richard Avedon, al igual que el resalte de las texturas nos sugiere a Robert
Mapplethorpe. Años atrás, Greg Friedler intentaría una propuesta similar que Hernández-Salazar
supera claramente con esta serie en intención, contenido, y maestría técnica.
Así, en pleno bullicio político,
Hernández-Salazar retrató durante cuatro días a 65 personas comprendidas entre
los 18 a 69 años de edad, quienes conformaron una muestra muy representativa de
la Guatemala urbana clase-mediera. Ni ellos ni el autor del proyecto negarían
que el cuerpo considerado estereotípicamente estético representa un ideal de
salud y belleza que la mayoría apreciamos y al que quisiéramos acercarnos. No
obstante, todos se adherían a la crítica de convertir este cuerpo ideal en
instrumento de poder, sometimiento y discriminación, factores que en
definitiva, han contribuido a desnaturalizar la desnudez, principalmente la
propia. De allí que los modelos que buscaban “sentirse bien dentro de su piel”
al posar desnudos hayan encontrado en la sesión fotográfica un acto
profundamente liberador. “Al quitarme la
ropa me sentí como una mariposa saliendo del capullo”, mencionó una de las
participantes.
Aunque el interés de posar en Guatemala
se re(v)ela era igual en intensidad entre hombres y mujeres, hubo matices
que marcaron una clara distinción de género. Entre los hombres, las sesiones
fotográficas significaron reafirmarse o adquirir confianza en sí mismos con
respecto a su cuerpo y aceptarse dentro de una diversidad de tamaños, formas y
colores. “Vinimos acá a superar todos
nuestros miedos” decía un modelo, mientras que otro argumentaba con igual
tino que “finalmente, el cuerpo ideal es
más bien la excepción y todos los demás somos la norma”.
Las modelos femeninas en el proyecto
mostraron una determinación más evidente. En una sociedad machista, la presión
sobre el cuerpo femenino va más allá de los estándares de belleza, y arremete contra
toda la dignidad de la mujer. Según varias participantes, Guatemala se re(v)bela
constituyó para ellas un medio para re-apropiarse de sus cuerpos ya que posar
al desnudo les permitió expresar que ellas son las únicas dueñas de su cuerpo
y, por ende, las únicas que pueden decidir sobre él. Algunas modelos osaron confesar haber sufrido
distintos tipos de abuso y sintieron la sesión fotográfica como una especie de
bálsamo sanador que les devolvía la autoestima y seguridad sobre sus cuerpos.
El juego de palabras de Guatemala se re(v)bela
resultó ser muy apropiado no sólo a los propósitos e inquietudes de
Hernández-Salazar sino también a la de todas las personas que participaron. Así,
ReVelarse y ReBelarse se volvieron dos componentes de un binomio indisoluble.
Independientemente a cómo cada quien consideró a uno como medio para llegar al
otro, la asociación de ambos resultó hacer del proyecto un acto de
empoderamiento y liberación. Participar en Guatemala se Re(v)bela no está
exento de riesgos, familiares o laborales que los participantes están
dispuestos a asumir con el propósito compartido de contribuir al cambio social
y de construir una sociedad más abierta, tolerante, propositiva y, sobre todo,
libre. “Veo mi participación—dijo uno
ellos—como el ladrillo con el que
contribuyo a construir una sociedad diferente. Algún día, cuando alguien vea mi
foto, pensará en mi contribución.”
Oscar Iván Maldonado
Guatemala,
enero de 2016
https://danielhernandezsalazar.com/se-revbela/
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